El aparato respiratorio se ocupa de obtener oxígeno
y expulsar el dióxido de carbono que se produce en la respiración celular. Para
que por medio del metabolismo los nutrientes sean degradados en el interior de las
células, se requiere oxígeno. Este procede del medio externo y es introducido
en el cuerpo por medio del aparato respiratorio. Como producto del metabolismo
se obtiene dióxido de carbono que es eliminado también por el aparato
respiratorio.
En los seres unicelulares y los animales acuáticos
de pequeño tamaño (esponjas, pólipos y medusas) el intercambio de gases se
realiza a través de la membrana de las células por lo que carecen de aparato
respiratorio.
En
los seres vivos más complejos, los aparatos respiratorios se caracterizan por
poseer órganos que proporcionan superficies grandes, finas, húmedas y llenas de
vasos del aparato circulatorio con el fin de intercambiar gases
La respiración puede ser de cuatro tipos: cutánea, traqueal, branquial, y pulmonar.
Encontramos este sistema respiratorio en animales como los anélidos (lombrices),
algunos moluscos (pulpo. calamar, almeja, caracol, entre otros), y anfibios (sapos, ranas, salamandras); incluso, en ciertos equinodermos (estrella de mar). En moluscos y
anfibios es necesario complementar su función con otros sistemas respiratorios.
Traqueal: las tráqueas son propias de los artrópodos terrestres (insectos, algunos arácnidos y miriápodos). Son un sistema de tubos abiertos al exterior y que se ramifican por todo el cuerpo hasta llegar a todas las células. Estos conductos se abren al exterior por unos orificios llamados espiráculos.
Traqueal: las tráqueas son propias de los artrópodos terrestres (insectos, algunos arácnidos y miriápodos). Son un sistema de tubos abiertos al exterior y que se ramifican por todo el cuerpo hasta llegar a todas las células. Estos conductos se abren al exterior por unos orificios llamados espiráculos.
Branquial: Las estructuras respiratorias son
las branquias, estructuras
muy finas que se hayan envueltas por agua. Las branquias aparecen en muchos animales de vida acuática,
como anélidos, moluscos, crustáceos, peces y anfibios. Además se encuentran en
crustáceos terrestres, como las cochinillas de humedad.
Los peces sujetan
y extienden las branquias mediante arcos branquiales. En tiburones
y rayas aparecen cinco o seis arcos y cuatro arcos
en los peces óseos. Una estructura ósea llamada opérculo, protege
estos arcos branquiales. El agua circula desde la boca a las hendiduras
branquiales, presionada por la lengua y creando una corriente que favorece el
intercambio gaseoso entre la branquia y el agua.